Por MARTHA RÍOS | Corresponsal Eje Cafetero
Cuando se habla de paz interior asociamos el término a religión o algo metafísico o quizá otros niveles de conciencia, en estos tiempos de polaridad pareciera complicado dedicar unos minutos a reflexionar, a conocernos más, a tener el convencimiento de reforzar nuestro ser interior, darnos cuenta que tan humanos somos y hasta donde podemos llegar, ese amor propio.
Estamos viviendo un tiempo de polaridad, hay quienes tienen rabia, sienten impotencia ante todo lo que estamos viviendo, tienen miedo al futuro incierto, no sólo para ellos, sino para sus familias y el panorama va pasando de gris a oscuro. Ya los planes se van diluyendo y como judíos errantes, unos se van a buscar oportunidades que no ven aquí, mientras otros llegan por que en este país ven la manera de sobrevivir. Ocurre hace tiempo, no es de ahora pero, sentimos que se agudiza por la época de la tecnología que avanza a pasos agigantados y de muchas cosas nos damos cuenta.
Están los del otro lado, que ven en el caos la oportunidad de valorar más al ser humano, la conciencia de que pelear por lo que es material y que no trajeron a este mundo pues tampoco vale la pena porque ya saben que nada de eso tampoco se van a llevar. Viven, conocen, aman la naturaleza, disfrutan de la compañía de otros seres vivos y cultivan esa paz que quieren llevar, no sólo consigo, sino extenderla a quienes les rodean. No quieren ser violentos y tienen los pies en la tierra como cualquiera, sin caer en la irresponsabilidad a pesar de las injusticias, a pesar del desequilibrio en muchas situaciones que vivimos y un futuro que nadie nos puede garantizar, esos que llamamos “seres de luz”.
Y seguramente ustedes le apuestan también a encontrar ese punto de equilibrio, por que, así suene repetitivo, la tranquilidad no tiene precio. Hay personas con mucho menos disfrutando de la vida mucho más, no se esclavizan de lo material, a lo cual tenemos derecho y por ello trabajamos pero no es la prioridad. Ese tiempo con la familia, esos abrazos eternos, ese tiempo sin planear para disfrutarlos por que no sabemos hasta cuando los tendremos.
Infortunadamente están los del “medio”, esos lobos con piel de oveja, esas personas que justifican el fin sin importarle como lo consiguieron, pisoteando, usando a los demás, llenos de una mala ambición desmedida, no viven por conseguir que sus arcas se llenen a costillas del talento humano y la bondad de sus semejantes, esa misma que cuando han escurrido pues entonces ya no sirve.
Ese estrés por abarcar les va minado la salud y como cualquier otro ser mortal, así ellos estén convencidos que son superiores. Su ceguera y mediocridad mental sólo les deja ver el signo pesos y aquí caben relaciones sentimentales o laborales o familiares o el abuso a una sociedad que pone la Fe en sus gobernantes y otras tantas situaciones. Estas personas como seres humanos poco se cultivan, por lo tanto poco valen, sus sentimientos son tan escasos como su sentido de gratitud, no les importa la dedicación de sentimientos y trabajo que otros han puesto como si la empresa de otros fuera la suya, propia.
De este tipo de personas, como pirañas de sus congéneres, es mejor descartar por que son tóxicas pero esa toxicidad es a largo plazo para ellos, pues así como hay quienes no viven del rencor y aun así les desean lo mejor y hasta pasan la página, pues otros no y menos su negra conciencia, esa que los traiciona cada vez y que los acompañará hasta su último respiro.
¿Es que no se han preguntado si de verdad viven? ¿Que lo que explotan para llenar sus bolsillos no se lo pueden llevar? ¿Que en milésimas de segundos nos cambia el destino y la salud? ¿Que esa prepotencia y corrupción no les sirve de nada? recordándoles de nuevo que nada traemos y nada nos vamos a llevar, que existen esos seres de luz pero también esos seres de oscuridad. Por si acaso, ¿de qué lado le gustaría estar a usted?